jueves, 31 de octubre de 2013

¿Cuál era la palabra?

Cada vez que me pongo nerviosa, no soy capaz de reconocer la palabra que estoy buscando. ¿De qué sirve un intento de escritora que no puede recordar el uso correcto de las palabras? Olvido desde los adjetivos hasta cómo conjugar los verbos adecuadamente. Eso sin mencionar el tartamudeo y el no poder modular mi voz. Hablo tan bajo que sólo yo me escucho.

Necesito recordar qué es lo que quiero decir, pero justo en el momento en el que voy a expresarlo, no logro hacerlo como desearía. Si tan sólo pudiera hacerlo así de sencillo con tanta fluidez como en mi mente. Sigo preguntándome cuál era la palabra que buscaba.

sábado, 12 de octubre de 2013

¿Por qué escribo fantasía?

He estado pensando sobre todo lo que me rodea, como es usual. También sobre mí y cómo reacciono a las cosas que me pasan. Bien, pues me pasó algo curioso, estaba buscando información sobre un libro de Alberto Chimal que me llama la atención, pero en lugar de eso me topé con una mordaz crítica hacia el autor mismo, no tanto hacia la obra.

Debo decir que estoy muy familiarizada con el trabajo de Chimal y me gusta mucho. Es la clase de cosas que me gusta leer. Por supuesto, es también lo que me gusta escribir. Puede que lo sepan o no, pero invierto mucho tiempo en escribir historias, sobre todo del tipo fantástico. Nunca he sido publicada, pero no estoy preocupada por ello. Es más, no me importa si nunca llego a ser publicada en papel siempre y cuando logre ser mejor cada vez. Pero me estoy desviando...

Cuando leí la crítica, lo primero que noté fue que el crítico se concentró más en decir por qué no le gusta lo fantástico y la ciencia ficción. Razón por la cual, claro, no le gusta la obra de Chimal. Ya que estaba diciendo por qué no le gusta él, de paso criticó a varios otros escritores cuyas obras me parecen increíbles y fascinantes. Entre ellos Lovecraft, por ejemplo.

De primera instancia me sentí aludida cuando el autor de la crítica dijo que los escritores que se dedican a lo fantástico, no son sino unos inmaduros. Parafraseándolo, dijo algo así como que los escritores debían de experimentar la literatura como tal y no decantarse por un género. La idea me quedó rebotando en la cabeza. Aún ahora hace eco en mí.

Entonces me dediqué a hacer un repaso mental por los escritores cuyos nombres han quedado grabados en la historia y que han influenciado al mundo más allá de las páginas de sus libros. Pasé por Poe, Dickens, Lewis Carroll, C. S. Lewis y después de mucho pensar, llegué a él. Ni más ni menos que El Bardo Inmortal. El mismísimo Shakespeare.

Porque, con esa crítica, está llamándolos a todos ellos unos infantiles e inmaduros, ¿no? Bueno, pues Poe hizo muchas cosas fantásticas y obscuras; Dickens con su Canción de Navidad habló de fantasmas e imágenes del pasado y del futuro que se apoderaban del entorno; Lewis Carroll es el autor de las historias sobre Alicia, en el país de las maravillas y en el mundo a través del espejo; C. S. Lewis creó el mundo de Narnia, creo que no hace falta explicar mucho;  y Shakespeare habló de brujas, fantasmas y hadas.

Me parece que lo que se le olvida al señor crítico, es que la gente necesita imaginar. Además, otra cosa que se le olvida es que la literatura fantástica, suele ser una colección de metáforas sobre la vida real. Recuerdo que yo aprendí sobre valores, virtudes, defectos y sobre la naturaleza humana a través de historias fantásticas.

En algún punto me pregunté por qué comencé a escribir historias fantásticas. Así que busqué entre mis escritos antiguos, cuando escribía sobre mí propiamente. Bueno, recordé por qué comencé a escribir cosas fantásticas. Contrario a lo que dice el crítico, no es porque sea infantil o inmadura. Es que de ninguna otra forma soy capaz de ver los colores del mundo y de encontrar la esperanza dentro de mí.

Necesito creer que hay algo bueno en el mundo y necesito encontrar la esperanza que vive dentro de mí. Lo primero me da una razón para seguir viviendo, lo segundo, me anima a hacerlo, es como un motor que me impulsa a seguir adelante.

Leyendo las cosas que escribía sobre mi vida cotidiana, todo parecía demasiado gris. Escribo fantasía, porque aunque tengo una visión tan obscura sobre el mundo real, me gusta creer que existe en él algo increíble que me sorprenderá. Como cuando veo a una persona ayudando a otra, puedo creer que hay algo bueno en este mundo, que quizás no esté tan podrido. Pero la mayoría de la gente es muy indiferente ante el sufrimiento ajeno o peor aún, hay quienes no son indiferentes, pero se creen con derecho de decirle a la gente cómo vivir.

Me pasó que cuando iba por la calle, vi una escena bastante peculiar. Una mujer sentada en la banqueta, no llevaba zapatos y estaba desarreglada, se notaba que ya habían pasado días desde que estaba en la calle. Otra mujer se le acercó y le dijo que no tenía por qué estar así, que se pusiera a trabajar y una larga lista de etcéteras. O sea, perdón, ¿con qué derecho le dice que es lo que tiene o no que hacer con su vida? Creo que por alguna razón, ella estaba así y la otra no tenía por qué dar por sentado que sabía lo que le pasaba. Su intención era buena, pero no tenía por qué decirle cómo vivir su vida y afrontar sus dificultades. Para cada persona es diferente, me parece.

Como sea... me dedico a escribir fantasía, porque necesito creer que no todo es malo. Me gusta soñar con cosas increíbles que, aunque no puedan pasar en la vida real, al menos funcionan como un bálsamo para que vivir no duela tanto. Además, ¿cuál es el punto de escribir algo sobre la vida real? A mí me parece que la imaginación debería ser utilizada para crear cosas que nos alejen de la realidad por un momento al menos. Muchos necesitamos una especie de válvula de escape. Para mí, es escribir y leer cosas fantásticas.