viernes, 29 de octubre de 2010

En la definición está la condena

Hay quienes dicen su nombre y creen que todo está dicho. No se atreven a pensar que son algo más que una palabra para identificarlos entre los demás, en verdad esa palabra, no define lo que son; aunque muchos parecen creer que es así.

En la definición está la condena. Hay quienes dejan que su verdadera esencia se pierda porque tratan de encajar en un molde inexistente. Los estereotipos son prisiones de la verdadera personalidad.

Lo que somos va mucho más allá de nuestro nombre, edad, lo que nos gusta o lo que hacemos. Somos el conjunto de estas cosas, es cierto, pero hay mucho más. Hay que saber reconocerlo y no dejar que nos encasillen, porque una vez vuelto un paradigma, dejar de serlo se vuelve imposible.

Es triste darse cuenta que hay muchas personas en el mundo viviendo con una máscara impuesta por la sociedad, las circunstancias o ellas mismas. Después de un tiempo es imposible quitársela: toda máscara termina encarnada; es tan fuerte la adhesión que ni siquiera quien la porta logra distinguir donde termina él y comienza ésta.

No somos seres planos, lo he dicho antes y lo repito. No obstante parece que la gente a mi alrededor, no logra comprenderlo. Toda persona tiene muchas facetas, a eso me refiero. Somos muchas cosas y tratar de definirnos como una sola, es un gran error.

He visto personas en la ciudad, esforzándose por ser copias las unas de las otras. Luchan por encajar en la sociedad, creyendo que con eso alguien las aceptará o más aún, las querrá. Por eso siempre atraigo las miradas; sí, yo. La que no encaja y no pretende hacerlo.

Termino esto citando al gran Shakespeare:

What's in a name? That which we call a rose
by any other name would smell as sweet.

¿Qué hay en un nombre? Esa que llamamos rosa
con cualquier otro nombre olería igual de dulce.

1 comentario:

  1. En pesare por recordar que en la antigua Grecia el teatro era una de las Artes mas importantes(si no es que la mas importante).
    Pues decían que la interpretación de una tragedia, educaba y sensibilizaba al pueblo. Y para que esta sensibilización fuera pura, los artistas no mostraban sus emociones, si no que se cubrían los rostros con mascaras de colores. Cada color era una emoción. Ahora no recuerdo bien el nombre de estas mascaras pero es el origen de la palabra personalidad.

    Y así es nuestra personalidad solo una mascara que cubre nuestro yo, pero lamentablemente en esta sociedad, donde se busca prestigio, aceptación, y poder, no tomamos nuestras mascaras sino que vamos copiando las de las personas que al parecer , cubren con las expectativas sociales. Dejando de lado lo que realmente pensamos, sentimos y somos.

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